No soporto los estallidos,
la conmoción y el llanto,
de una guerra que hace poco comenzó.
La niebla parece cubrir todo rastro
y el oscuro cielo que me acompaña,
en esta travesía sin sentido,
es frío y devastador.
Tiemblan los cimientos
de una tierra que se acerca a la destrucción.
Ahora que no queda nada ¿qué puedo pedir?
Ni mis sueños están sujetos al presente.
Somos el polvo, las sombras del pasado.
Ni el dolor ya siento en mis pulmones congestionados.
Con la mirada al cielo les diré adiós, para siempre.